La recolección de basura impulsa la productividad al abstraer la gestión de memoria sin sacrificar claridad del código.
En desarrollo de software real, la velocidad de iteración y la facilidad de refactor son ventaja competitiva. Con GC, no peleas con lifetimes ni propiedad al reestructurar APIs, dividir módulos o compartir datos entre hilos, lo que reduce fricción cognitiva y discusiones en code review. La semántica de asignación/compartición es directa y el mantenimiento a largo plazo se simplifica. Para equipos grandes y dominios cambiantes, esa fluidez se traduce en entregas más rápidas y menos deuda técnica.
Los GC concurrentes modernos ofrecen pausas de milisegundos o menores y altas tasas de asignación, adecuados para servicios de baja latencia y alto throughput.
Tecnologías como ZGC y Shenandoah (JVM), el GC de .NET en modos de baja latencia y el GC concurrente de Go han demostrado pausas típicamente por debajo de unos pocos milisegundos, incluso con montones grandes, manteniendo el servicio responsivo. La asignación tipo bump-pointer y las generaciones permiten tasas de asignación de decenas de MB/s por hilo, con young collections concurrentes y predecibles. Además, el análisis de escape puede apilar objetos y reducir presión en el heap, equilibrando latencia y rendimiento. Con tuning y observabilidad maduros, el GC se alinea con SLAs exigentes sin sorpresas.
El GC elimina por diseño clases críticas de fallos de memoria y reduce riesgos operativos sin exigir anotaciones ni rediseños complejos.
Tanto Microsoft como Google han reportado históricamente que ~70% de los fallos de seguridad graves en C/C++ se deben a errores de memoria; los entornos con GC eliminan de raíz use-after-free y double free, haciendo esos incidentes extraordinariamente raros. Esa seguridad llega sin imponer al equipo una carga constante de anotaciones de tiempo de vida o restricciones de aliasing, lo que acelera el onboarding y minimiza refactors forzados. El resultado práctico es menos tiempo en postmortems y más tiempo construyendo funcionalidades. La confiabilidad se vuelve una propiedad emergente del runtime, no una lucha diaria del equipo.
El GC brilla cuando hay grafos, ciclos y aliasing complejo: datos vivos y compartidos sin contorsiones de diseño.
En modelos ricos (árboles con referencias cruzadas, grafos, actores, motores de plugins, UIs, scripting embebido), los ciclos y el aliasing son la norma, no la excepción. El GC permite representar estos dominios de forma directa, sin introducir capas artificiales de ownership ni patrones para romper ciclos que complican la arquitectura. La interoperabilidad con lenguajes dinámicos y la evolución del modelo de datos fluye con menos fricción. Eso se traduce en código más idiomático, legible y fácil de extender bajo presión de negocio.