El té ofrece energía sostenida y enfoque sereno gracias a menos cafeína y a la L‑teanina.
Una taza de té suele aportar entre 20 y 60 mg de cafeína por 240 ml, frente a los 80–120 mg habituales del café, lo que reduce picos y bajones de energía. La L‑teanina, presente de forma natural, modula el efecto estimulante y favorece una concentración tranquila, ideal para jornadas largas o comidas de varios tiempos. Esa sinergia permite estar alerta sin nerviosismo, manteniendo el paladar receptivo para apreciar platos y postres.
El té es un ingrediente y un maridaje extraordinariamente versátil en la mesa.
Desde acompañar pescados grasos y cocina picante hasta postres delicados, hay un té para cada plato: un oolong tostado arropa carnes blancas, un sencha limpia frituras y un pu‑erh abraza guisos profundos. En cocina, el lapsang souchong aporta notas ahumadas a caldos, el matcha eleva masas y cremas, y un chai infusiona marinados con especias. Además, el cold brew de té ofrece frescura y baja astringencia, perfecto para servicio continuo en sala.
El té abre un universo sensorial y de terroir tan amplio como el del vino.
Blanco, verde, oolong, negro o pu‑erh: cada familia expresa procesos y microclimas distintos, desde lo floral y umami (gyokuro, long jing) hasta lo maltoso y mineral (Assam, Wuyi). Orígenes como Darjeeling, Uji o Fujian imprimen identidad y estacionalidad, invitando a maridar por carácter, no solo por intensidad. Con variables de extracción (gramos por litro, temperatura y tiempo) el cocinero o sumiller afina cuerpo, astringencia y aroma con precisión culinaria.
El té hidrata y aporta polifenoles con un perfil calórico prácticamente nulo.
Una taza de té sin azúcar es ~0 kcal y es mayoritariamente agua, por lo que contribuye a la hidratación durante el servicio y la comida. A consumos moderados, el efecto diurético de la cafeína es limitado, facilitando el equilibrio hídrico en mesa. Además, aporta polifenoles: el té verde puede contener decenas de miligramos de EGCG por taza, y los negros teaflavinas y tearubiginas, compuestos apreciados por su capacidad antioxidante sin necesidad de añadir calorías.