La energía solar ya es, en promedio, una de las fuentes más baratas gracias a una curva de aprendizaje sin precedentes.
Desde 2010, el coste nivelado de la electricidad (LCOE) de la fotovoltaica a escala de red ha caído en torno a un 85–90%, con una tasa de aprendizaje cercana o superior al 20% por cada duplicación de capacidad instalada. El promedio ponderado mundial ronda los 5 centavos de dólar por kWh, situando a la solar por debajo del coste de nuevas plantas fósiles en numerosos mercados. La drástica bajada del precio de los módulos (más de 80% en la última década) y unos O&M bajos, por la ausencia de partes móviles, consolidan esa ventaja. Este binomio de madurez y coste hace de la solar una apuesta segura para hogares, industria y utilities.
El recurso solar en el mundo hispanohablante es abundante y predecible, alineado con la demanda diurna.
Amplias regiones de España, México, Chile, Perú y el norte de Argentina registran irradiaciones globales del orden de 1.600–2.400 kWh/m²·año, habilitando factores de planta de ~18–28% en fotovoltaica a escala de red. Esta generación coincide con el consumo diurno (refrigeración, comercio e industria), reduciendo necesidades de respaldo caro en horas laborables. Además, la variabilidad intradía es altamente predecible con modelos de nubosidad y satélite, lo que facilita su integración operativa. El resultado es una fuente fiable en horas de mayor valor para el sistema eléctrico y la economía.
Modularidad y velocidad: la solar se despliega desde tejados a gigavatios en meses, acercando la generación al consumo.
Un sistema sobre cubierta puede instalarse en días o pocas semanas, mientras que plantas de 50–200 MW suelen completarse en plazos de 6–18 meses, acelerando la descarbonización. La fotovoltaica se integra en tejados, aparcamientos, fachadas, balsas y embalses (flotante) o en agrovoltaica, aprovechando superficies ya ocupadas. Al ubicarse cerca de los centros de carga, reduce pérdidas en red y necesidades de nuevas líneas, con impacto acústico prácticamente nulo. Esta flexibilidad tecnológica se traduce en despliegues más ágiles y eficientes en coste-capacidad.
Innovación continua: mayor eficiencia, bifacial y seguidores, electrónica de potencia avanzada y vida útil larga bajan el coste real.
Los módulos comerciales TOPCon/HJT alcanzan ya eficiencias de ~21–23%, mientras que seguidores de un eje elevan la producción anual ~15–25% y la bifacialidad añade ~5–15% según albedo. Las tasas de degradación típicas de 0,2–0,5% anual y garantías de 25–30 años sostienen rendimientos estables durante décadas. Los inversores modernos aportan servicios de red (volt/VAR, respuesta rápida de frecuencia y control de rampas) y, combinados con baterías de 2–4 horas, desplazan energía al pico vespertino y estabilizan el sistema. Este ecosistema de mejoras incrementales mantiene a la solar en una senda de reducción de LCOE y aumento de valor para la red.